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III Jornada de actualización en Pediatría de Atención Primaria de la SPAPex

Actitud Diagnóstica ante la Talla Baja                           

Dr. Francisco Javier Arroyo Díez. Unidad  de Endocrinología Pediátrica. Servicio de Pediatría. Hospital San Pedro de Alcántara. Cáceres

 

INTRODUCCIÓN

El crecimiento es un proceso biológico complejo que se inicia en la concepción y finaliza al alcanzar la talla adulta, y que se expresa con un cambio en las proporciones corporales que condicionan el incremento de talla del individuo.

El crecimiento somático normal va a ser, pues, el resultado de la interacción entre factores genéticos, nutricionales, ambientales, psicosociales y hormonales que interactúan de forma concertada sobre el medio celular.

Entre las hormonas, la de crecimiento, desempeña una función fundamental en este proceso, así como otras hormonas como la tiroidea, sexuales y glucocorticoides, entre otras.

Como uno de los aspectos más tangibles del crecimiento es el incremento progresivo de la talla, los pediatras son consultados cada vez con más frecuencia por la posible talla baja de los niños, lo que nos obliga a identificar lo más precozmente posible las alteraciones del crecimiento ya que, en algunos casos, pueden beneficiarse de los tratamientos de que disponemos en la actualidad.

 

CONCEPTO

Al hablar de talla baja nos referiremos a niños que se encuentran por debajo de las variaciones estructurales admitidas como normales, es decir, que se encuentran por debajo del percentil 3 de los estándares para la altura y sexo o, lo que es igual, menor de –2 DE  de la media de la población de referencia, sin que de ningún modo implique anomalía y, por tanto, sean subsidiarios de tratamiento. Por otra parte, entendemos como hipocrecimiento aquel cuya velocidad de crecimiento es menor de –1 DE (p25) durante más de 2-3 años seguidos.

 

CLASIFICACIÓN DE LA TALLA BAJA.

El objetivo inicial y más importante ante un niño que consulta por talla baja es determinar si se trata de una talla baja patológica o si, por el contrario, estamos ante una variante de la normalidad, también llamada talla baja idiopática.

Aproximadamente el 80% de los casos son variantes de la normalidad y el 20% restante van a deberse a causa patológica.

 

 

Variantes de la normalidad.

 

Actualmente se utiliza el término de talla baja idiopática (TBI) para referirse a todas aquellas situaciones de talla por debajo de -2 DE y que cumplan los siguientes criterios:

-        Talla normal al crecimiento.

-        Proporciones corporales normales.

-        Ausencia de enfermedad crónica.

-        Nutrición adecuada.

-        Crecimiento y/ o maduración lentos.

Así, los niños con TBI con crecimiento por debajo del rango genético e inicio puberal retrasado constituirían lo que clásicamente se conoce como retraso constitucional del crecimiento y del desarrollo (RCCP) y los niños con TBI con crecimiento dentro del rango genético e inicio puberal normal serían el grupo de talla baja familiar (TBF).

El RCCP alcanza definitivamente una talla y desarrollo sexual normal; sin embargo, la TBF adquiere la pubertad a la edad habitual sin recuperación definitiva de la talla.

Ambos tipos, TBF o RCCP, o la asociación de ambos, son la causa más frecuente de talla baja e hipocrecimiento. La talla se encontrará entre –2 y –3 DE y existirán antecedentes de TBF o de RCCP. Estos hallazgos, junto con un patrón de crecimiento característico, una maduración ósea normal (TBF) o retrasada (RCCP, TBF+RCCP) y una predicción de talla acorde con la talla familiar, permitirá establecer un diagnóstico provisional de Talla Baja Idiopática.

TB patológica.

Dentro de la talla baja patológica se incluyen todos aquellos pacientes en los que existe una anomalía, identificable o no, causante de su hipocrecimiento. Representan el 20% de los hipocrecimientos

Posteriormente, los clasificaremos de armónicos o disarmónicos según se mantengan o no las proporciones normales entre los distintos segmentos corporales. Un hipocrecimiento disarmónico suele indicar la existencia de una afectación aislada del sistema esquelético; por el contrario, un hipocrecimiento armónico suele ser la manifestación de una alteración más generalizada. Las causas más frecuentes de hipocrecimiento disarmónico son las osteocondrodisplasias. Se han descrito más de 200 enfermedades diferentes, la mayoría asociadas a estatura corta y de herencia mendeliana simple; algunas se manifiestan en el momento de nacer y otras más tardíamente. La displasia ósea más frecuente es la acondroplasia, cuya herencia es autosómica recesiva; la talla adulta en mujeres es de 124 ± 5,9 cm y en los hombres 131± 5,6 cm.

Los hipocrecimientos armónicos pueden ser de inicio prenatal y postnatal. En condiciones normales, el crecimiento prenatal, al contrario que el postnatal, es relativamente independiente del genotipo. Los retrasos del crecimiento intrauterinos (RCIU) suelen ser el resultado de una agresión al ambiente fetal o de un defecto genético; mientras que los hipocrecimientos postnatales suelen responder a una agresión iniciada fuera del periodo de vida intrauterina.

El RCIU es definido como PRN< p10 para la edad gestacional. Las causas pueden ser múltiples: ambientales (altitud, estatus socioeconómico), fetales (anomalías cromosómicas-genéticas, infecciones congénitas, etc.), maternas (malnutrición, toxemia, drogas, malformaciones uterinas, etc.), placentarias o idiopáticas. Un 80-90% de los RCIU se recuperan total o parcialmente en los dos primeros años y sólo en el 10%  de ellos, la talla final será baja. Los RCIU  “asimétricos” (afectación aislada del PRN) son mucho más frecuentes y de mejor pronóstico de talla que los “simétricos” (afectación de TRN, PRN y PCRN).

Las causas de talla baja armónica de inicio postnatal son múltiples. En muchos de los casos, la etiología es obvia y la talla baja es sólo un signo más de la enfermedad de base: malnutrición primaria (es la causa más frecuente de hipocrecimiento en el mundo) o secundaria, infecciones/infestaciones de repetición, enfermedades crónicas (endocrinológicas, cardíacas, gastrointestinales, pulmonares, renales, etc.), iatrogenia (radioterapia, corticoterapia, etc.); por el contrario, en otros casos, el hipocrecimiento puede ser la principal o única manifestación de enfermedad como puede ser el caso de determinados hipocrecimientos psicosociales.

Los hipocrecimientos nutricionales en los países desarrollados suelen ser secundarios a: 1) patologías orgánicas (enf. celíaca, enf. inflamatoria intestinal, etc.), 2) dietas inadecuadas (vegetarianas estrictas, dietas muy restrictivas en el tratamiento de la obesidad, hipercolesterolemia o alergias alimenticias, ejercicio excesivo, etc.) o 3) trastornos de la conducta alimentaria más o menos patológicos (anorexia y bulimia nerviosas, síndrome del “temor a la obesidad”, etc.), que condicionan unos aportes insuficientes de macro o micronutrientes y/o aumento de sus pérdidas.

En general, cualquier enfermedad crónica, si es lo bastante intensa y duradera, puede condicionar un hipocrecimiento que suele acompañarse de un retraso en la maduración ósea y en el inicio puberal. La curación o mejoría puede permitir recuperar, total o parcialmente, la talla perdida; no obstante, cuanto más precoz, grave y prolongada sea la enfermedad que ocasiona la alteración del crecimiento, menos posibilidades hay de que pueda recuperarse completamente.

El porcentaje de hipocrecimientos endocrinológicos es escaso (5%); dentro de ellos, los más importantes son: el déficit-insensibilidad a la acción de la hormona de crecimiento (GH), el hipotiroidismo, el hipercortisolismo, el exceso de esteroides sexuales (pubertad y pseudopubertad precoz) y el pseudohipoparatiroidismo.

El hipocrecimiento psicosocial es un síndrome de talla baja y/o retraso puberal que se produce en niños y adolescentes en situaciones de hostigamiento psicológico o deprivación afectiva y para el que no se encuentra otra explicación.

 

SISTEMÁTICA DIAGNÓSTICA.

Los aspectos más importantes de la valoración inicial de un niño que consulta por talla baja son:

1.    Historia clínica.

Se hará especial énfasis en:

Talla y edad del desarrollo puberal de los padres y familiares cercanos.

Edad gestacional, peso y talla al nacimiento.

Existencia de patología gestacional y neonatal.

Estado nutritivo en la primera infancia.

Incidencia de las enfermedades.

Tóxicos o medicación prolongada en este período y datos sobre el crecimiento previo.

Anamnesis por aparatos a la búsqueda de síntomas menores sugerentes de enf. crónica.

2.       Exploración física.

Inspección: Sistemática y meticulosa, buscando o descartando trastornos cromosómicos y genéticos, displasias óseas, enfermedades sistémicas crónicas y estadiaje puberal (de Tanner).

Antropometría: Al ser el crecimiento un proceso complejo, es imposible estudiarlo en su totalidad con precisión; por ello, se seleccionan un conjunto de parámetros o medidas denominadas “indicadores de crecimiento”, cuyo análisis permite hacer una estimación aproximada de la forma en que se producen los cambios somáticos.

·       Peso (P): es un indicador indirecto del estado de crecimiento y nutrición. El niño debe pesarse desnudo en una báscula electrónica o normal cuya precisión se verificará con regularidad. Existen varios índices, de los que el más utilizado es el índice nutricional (IN), que compara el peso /talla con la relación peso/ talla medios para edad y sexo. Su fórmula es:

 Peso / talla

IN = ¾¾¾¾¾¾¾    x100

       Peso P50/ talla P50

 

Se aceptan cifras inferiores al 90% como malnutrición, entre 90 y 110% como normal, entre 110 y 120% como obesidad.

·       Mediciones de la altura:

-   Longitud (L): Hasta los dos años se coloca al niño en posición de supino y se mide en escala horizontal rígida con una pieza móvil para los pies y una pieza fija para la cabeza, que debe ser mantenida en el plano de Frankfurt (una línea imaginaria trazada desde el plano del ojo hasta el conducto auditivo externo ha de ser perpendicular al eje del tronco).Los pies han de colocarse sobre una pieza móvil, manteniendo las rodillas extendidas.

-   Talla (T): Después de los años se coloca al niño en posición vertical y se mide con un estadiómetro (Holtain-Harpender). El niño debe colocarse descalzo con los talones, nalgas y hombros en contacto con el estadiómetro, los tobillos juntos, tocándose los maleolos internos y las plantas de los pies asentadas sobre el suelo o plano duro horizontal, mientras el observador ejerce una presión suave hacia arriba sobre las apófisis mastoides o los ángulos mandibulares.

En condiciones normales la velocidad mínima de crecimiento es:

-          1er año: > 24-25 cm/ año.

-          2º año: > 8 cm/ año.

-          3er año: > 7 cm/ año.

-          4º-9º año > 4 cm/ año hasta el estirón puberal de 9-10 cm/ año.

Estos indicadores del crecimiento siguen una distribución normal. Actualmente en nuestro medio utilizamos  los estándares de Tanner y Whitehouse (población inglesa) y los de Hernández (población española), que registran la talla desde el nacimiento hasta la edad adulta. Se considera como “zona de normalidad” las medidas entre la media +/- 2 DE, que se corresponde aproximadamente con los percentiles 3 y 97. Los que se encuentran fuera de estos límites no son sinónimos de situación patológica, sino de una zona de riesgo que implicaría un seguimiento más estricto.

Es importante disponer de sucesivas mediciones de la talla (entre 6 y 12 meses) que permitan hallar la velocidad de crecimiento (VC), que se considera normal cuando se sitúa entre los percentiles 25 y 75%. Toda deceleración de la VC lineal es una causa de preocupación y la desviación progresiva por debajo del canal normal de crecimiento de ese niño con velocidad de crecimiento inferior al normal es indicativo de fallo del crecimiento.

 

Talla1 =Talla actual.

Talla0 =Talla anterior.

Fecha1= Fecha actual decimal.

Fecha0= Fecha anterior decimal

                          Talla1- Talla0

VC (cm/ año)= ¾¾¾¾¾¾¾¾

                             Fecha1-Fecha0

 

A partir de la gráfica de crecimiento se obtiene la “edad talla” (ET) determinando la edad a la que la talla observada interacciona con el percentil 50. Es útil cuando se correlaciona el crecimiento longitudinal con la edad ósea (EO), especialmente en RCCD.

Otras gráficas utilizadas son las que comparan la talla del paciente con la de sus padres (talla diana o genética). La TD se calcula sumando 6,5 cm a la talla media de los padres en el caso de paciente varón y restando 6,5 cm a la talla media de los padres en caso de ser la paciente una niña. Es un medio útil en el estudio de la TBF; si el pronóstico de talla del paciente se sitúa a +/- 5 cm de su TD, su altura (probable hipoestatura) se considera adecuada para su familia y, por tanto, no patológica.

Se han descrito muchos métodos para la predicción definitiva de la talla: Bayley-Pinneau, Tanner-Withehouse, Roche-Walner-Thissen, Theorical growth evaluation, que barajan simultáneamente varios parámetros (talla, VC, EO, talla media familiar, estadiaje puberal), y cuya aplicación se reduce a estimaciones para controlar al paciente, debiendo ser muy cautos a la hora de utilizarlo como pronóstico de la talla definitiva.

Una talla extremadamente baja (<-3 DS), una detención o casi detención del crecimiento o una deceleración (<-1DS) prolongada de la VC (más de 2-3 años), deben ser consideradas siempre como potencialmente patológicas; ya que, la posibilidad de que se trate de una variante normal de talla baja es muy escasa.

·       Mediciones de las proporciones corporales:

Es muy útil desde el punto de vista clínico ya que estudia los diferentes segmentos  que determinan los cambios en la forma del cuerpo.

-          Medición del segmento superior (SS):

< 2 años (vértex-coccix);           > 2 años (talla sentado).

-          Medición del segmento inferior (SI):

Pubis-suelo o diferencia entre talla y segmento superior.

La relación SS/SI en condiciones normales es:

-          Recién nacido: 1,7 cm.

-          A los 3 años: 1,3 cm.

-          > 7 años: 1 cm.

      -     Envergadura o brazada es la medida entre ambos dedos índices por delante del tronco. La diferencia brazada-talla en condiciones normales es:

-          < 7 años: < 3 cm.

-          8-12 años: Igual.

-          > 12 años: > 1 cm (M); > 4 cm (V).

No creo conveniente dar por terminado el apartado de la exploración física sin hacer más énfasis en la exploración de la madurez sexual. Esta se valora a través de la aparición de los caracteres sexuales secundarios de acuerdo a los estadios de Tanner, considerando inicio de  pubertad la edad a la que los niños alcanzan un volumen testicular de 4 ml, y las niñas presentan botón mamario. Es indispensable conocer el estadio puberal antes de valorar la velocidad de crecimiento; la aceleración puberal y el retraso de la pubertad modifican sustancialmente el patrón del crecimiento.

    

3.  Evaluación radiológica.

La edad ósea se estudia realizando una radiografía de la mano y de la muñeca izquierda en proyección PA en mayores de 2 años y se calcula por medio de las epífisis distales del cúbito y del radio, centros madurativos del carpo y las epífisis metacarpofalángicas. En menores de 2 años se estudia mediante una radiografía lateral de pie y tobillo izquierdo. La edad ósea indica el ritmo de maduración biológica del indivíduo; es destacable su fuerte carácter familiar, de manera que el tempo madurativo se hereda con una fuerte penetrancia.

El método más utilizado para evaluar la edad ósea es el atlas de Greulich y Pyle. Otros métodos para valorar la edad ósea son los métodos de puntuación hueso-específicos como el método de Tanner-Whitehouse.

La estimación de la edad ósea es un dato muy útil en la interpretación del crecimiento, es uno de los parámetros a considerar y no debe utilizarse ni interpretarse aisladamente. Constituye una prueba de rutina en la valoración del crecimiento, pone en correlación la edad estatural con la cronológica y a su vez es predictiva de la talla adulta final, de la maduración precoz y del retraso del desarrollo sexual. Tiene gran utilidad en el diagnóstico del hipocrecimiento y del hipercrecimiento, y en la monitorización de ciertos tratamientos. El grado de retraso de la EO en relación con la edad cronológica (EC) refleja teóricamente los años de crecimiento residual extra o, lo que es lo mismo, los años de crecimiento que aún le quedan antes del cierre de las epífisis.

Pruebas de laboratorio.

Se realizará un limitado estudio de pruebas rutinarias con el fin de identificar causas comunes o silentes que conlleven a un déficit de crecimiento. En caso de sospecha de una enfermedad de base, se orientarán los exámenes complementarios hacia esa entidad clínica. Es preciso reseñar que raramente se descubrirá una enfermedad por medio de pruebas complementarias de laboratorio sin que previamente haya sido sospechada por la clínica.

Pruebas de laboratorio

1. Pruebas analíticas:

·       Perfil analítico general sangre/orina (despistaje de enfermedades

crónicas y/o silentes: hepáticas, renales, hematológicas, metabólicas..)

·       Anticuerpos antigliadina y antiendomisio (enf. celíaca).

·       TSH, T4 libre (hipotiroidismo).

·       Cortisoluria libre en orina de 24 horas (síndrome de Cushing si va

acompañada de obesidad).

·       Cariotipo en niñas (síndrome de Turner).

2. Radiología:

·         Radiografía PA de mano y muñeca izquierda (mayores de 2 años).

·         Radiografía L de tobillo y pie izquierdo (menores de 2 años).

·         Radiografía lateral de cráneo.

·         Mapa óseo (osteocondrodisplasias).

3. Cribaje del déficit de GH:

·         IGF-I e IGFBP-3 

La relación entre EC, ET, EO y VC aporta al clínico los medios suficientes, tanto de carácter orientativo como predictivo, del patrón de crecimiento del niño. Analizar estos componentes ayuda a diferenciar el crecimiento normal de los trastornos de crecimiento, de ahí que el estudio de la Talla Baja descanse en el aprovechamiento de los datos proporcionados por la historia clínica, exploración física y la maduración ósea, los cuales no deben ser sustituidos nunca por pruebas de laboratorio. Es más, todo niño que crece a ritmo normal, aunque su talla sea baja, si no tiene otra evidencia que sugiera disfunción hipotálamo-hipofisaria, no estaría indicado llevar a cabo estudios bajo estímulos de secreción hormonal.

Ante situaciones diferentes del patrón del crecimiento debe actuarse de la siguiente forma:

·       Si la talla está en percentiles normales y evoluciona según lo esperado para la talla genética: controles periódicos para comprobar que sigue un crecimiento adecuado. Si la altura se desvía de la talla diana o genética y/o la VC se altera ( £ 4-5 cms/año), modificando el canal de crecimiento establecido: control y estudio en un centro de referencia.

·       Si la talla está entre –2 ó 3 DE (P3 ó P0,5) y sea la esperada para la edad genética, y la VC es ³ 4.5 cms/año, se continuarán los controles seriados de crecimiento cada 6-12 meses; pero si la VC  es £ 4.5 cms/año son necesarios el control y los estudios en un centro de referencia.

·       Si la talla está en –3 DE, siempre son necesarios el control y los estudios en un centro de referencia.

*Figura 1

Una vez detectada la talla baja por la Historia clínica y la exploración física, y descartadas las causas más comunes y silentes, se debe vigilar la VC, y si ésta es £ de 4.5 cm/ año se deben iniciar estudios específicos, fisiopatológicos y etiológicos en centros de referencia encaminados al diagnóstico de dicha patología que expresa como síntoma la talla baja.

 

Estudios específicos 

 

      1.    Cuantificación directa de la GH:

·         Test de estimulación de la secreción de GH.

·         Estudio de la secreción espontánea de GH.

·         Cuantificación de GH en orina de 24 horas.

2.    Valoración indirecta de la secreción/acción de la GH:

·         IGF y test de generación de IGF-I.

·         IGFBP-3 y ALS.

·         GHBP.

3.   Valoración del eje hipotálamo-hipofisario-gonadal.

4.   Estudios citogenéticos y/o moleculares.

      5.   Estudios de imagen:

·         Rx, Ecografía, TAC, RMN.

 

 

 
BIBLIOGRAFÍA

1.       Pozo J, Gracia R, Argente J. Hipocrecimiento: concepto, clasificación y metodología diagnóstica. En: Tratado de Endocrinología Pediátrica y de la Adolescencia. 2ª edición. Argente J, Carrascosa A, Gracia R, Rodríguez-Hierro F, eds. Doyma, Madrid. 2000; pp. 201-246.

2.       Tanner JM. Auxiology. En Kappy MS, Bizzard RM, Midgeon CJ, eds. Wilkins. The diagnosis and treatment of endocrine disorders in childhood and adolescence (Fourth edition). Springfield: Charles C Thomas Publisher, 1994; pp. 137-192.

3.       González JP, Castro JR, López R. Talla baja: concepto, clasificación y enfoque diagnóstico. En: Manual de Endocrinología Pediátrica para Atención Primaria. Cañete R, Fernández JM, Martínez-Aedo MJ, Ródenas G, eds. Aula Médica, Madrid 2000. pp 8-16.

4.       Argemí J. Talla baja: metodología diagnóstica y clasificación. En: Pombo M. Tratado de endocrinología pediátrica, 2ª ed. Díaz de Santos, Madrid 1997. pp. 275-286.